Los datos de la superficie afectada corresponden a los obtenidos por la superposición de los mapas de cultivo, que en el caso de La Palma es de 2017, y el mapa de las coladas de lava. Sabemos que desde 2017 hasta 2021 se ha producido un importante retroceso de la superficie de viñedo en toda la isla, debido entre otras cosas a la sequía que hemos sufrido en esos últimos años, a lo que hay que añadir el escaso relevo generacional. Desde El Consejo Regulador estamos haciendo los cruces con las parcelas inscritas en nuestra base de datos y el resultado es de más de30 hectáreas afectadas entre lo que está cubierto por la lava y lo cubierto por las cenizas.
A corto plazo será importante dar respuesta a las siguientes necesidades: Que Los viticultores que tengan sus parcelas de viñedo en los municipios que se encuentran en el semáforo en rojo por la erupción (a excepción del municipio de Villa de Mazo, que ya había concluido la vendimia cuando comenzó la misma) y que no lleguen al mínimo de producción de 400kg/ha, puedan cobrar la ayuda del POSEI para esta campaña 2021.
Además, se solicita se tenga en cuenta la sequía que ha sufrido la isla de La Palma para que en esta campaña 2021, los viticultores que no lleguen al mínimo de producción, puedan cobrar la ayuda del POSEI, así como que los viticultores que tengan sus viñas sepultadas por las cenizas volcánicas y que quizá el próximo año no tengan cosecha, ya que estarán en la fase de limpieza del terreno y recuperación de las parcelas, puedan cobrar la ayuda del POSEI de 2022, aunque no lleguen al mínimo de producción establecido.
A medio plazo se hace necesario lo siguiente: Disponer de agua de riego para poder garantizar la supervivencia de las nuevas plantaciones que se hicieran, al menos los primeros años para darles riego de apoyo. Téngase en cuenta que la viña es un cultivo tradicionalmente de secano y que nunca va a tener los requerimientos hídricos que necesitan otros cultivos, por tanto, el cultivo del viñedo es fundamental de cara a la transición ecológica que debemos emprender de ahorro de agua a corto, medio y largo plazo.
En cuanto a las ayudas a la plantación, tendrían que articularse una batería de subvenciones específicas dado que los actuales planes de reestructuración no están pensados para esto y por lo tanto, los afectados no podrían acogerse a los mismos. Lo ideal es que sean ayudas nominativas a fondo perdido previa solicitud de los interesados.
También sería importante disponer de planes de empleo específicos, así como de planes formativos encaminados a dinamizar el sector. En cuanto al suelo, tendría que buscarse una superficie equivalente de suelo al sepultado por las coladas de lava. Por ejemplo, podrían destinarse aquellas parcelas que en algún momento fueron cultivo y que ahora se encuentren en estado de abandono. Así mismo, sería imprescindible buscar ayudas para indemnizar a los viticultores afectados que hayan perdido sus plantaciones bajo las coladas de lava.
Cuando finalice la erupción, se hará necesaria la búsqueda de subvenciones en concepto de mano de obra para ayudar a retirar las cenizas de las parcelas afectadas. Según los datos del Consejo Regulador, hablamos hasta la fecha de más de 15 hectáreas que podrían encontrarse en esa situación.
A largo plazo se plantea como necesario lo siguiente: La creación de un plan de reactivación del viñedo a 10- 15 años vista, así como la creación de una Comisión integrada por las distintas instituciones y el Consejo Regulador. Se hace necesaria la creación de un paquete de ayudas específicas para las nuevas plantaciones así como trabajar en proyectos de investigación y desarrollo I+D de variedades locales resistentes frente al cambio climático; inversiones en infraestructuras hidráulicas, pistas y caminos, demandas que tienen los viticultores de la zona desde hace años.